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La defensa de los derechos humanos, punto ciego de las políticas migratorias europeas

En 2021, había 8,84 millones de ciudadanos noUE en el mercado laboral europeo, lo que representa algo menos del 5 por ciento de la población de entre 20 y 64 años, según cifras de la Comisión Europea. Los trabajadores extranjeros de fuera de la UE estaban sobrerrepresentados en ocupaciones con escasez de personal: empleados domésticos, servicios personales, construcción, etc. Ante la escasez de mano de obra, algunos Estados miembros han llegado a la misma conclusión: necesitamos encontrar gente para cubrir puestos de trabajo. Europa necesita migración.

Este es un imperativo que el continente parece estar luchando por conciliar con su propia visión de la gestión de la migración, alineada con una filosofía de «fortaleza europea», donde no puede entrar cualquiera. Mientras el nuevo pacto sobre migración y asilo entra en su recta final, The Economist publica un artículo titulado «Europa está atrapada en una relación de necesidad-odio con los migrantes». El semanario británico advierte que «Europa no debe olvidar que mañana puede estar invitando amablemente a entrar a casi la misma gente a la que hoy deja ahogarse».

Esta observación es compartida por Alberto-Horst Neidhardt, director del programa de migración y diversidad del European Policy Center (EPC): «Europa tiene que pensar en sus necesidades: su población envejece, hay vacantes y gente que busca esos empleos», declaró al medio belga Alter Echos en una entrevista. «Están dispuestos a sacrificar sus vidas por ello. Pero nosotros queremos enviarlos a casa», lamenta Neidhardt. En su opinión, la migración no es sólo una oportunidad económica para los Estados miembros; la apertura del mercado europeo sería también una forma de reducir las desigualdades globales.

La migración es una oportunidad económica para los Estados miembros.

«La escasez de mano de obra en Europa justifica que la región forje un nuevo contrato con sus trabajadores inmigrantes» escribe Ankita Anand en un análisis publicado en Social Europe. «Sin embargo, no sólo la economía, sino también los principios humanos -de libertad, igualdad y dignidad- deberían impulsar el cambio»

La periodista critica el modelo de asignación de visados utilizado por los países empleadores, que describe como un «sistema abstruso que invita ostensiblemente a los trabajadores y los convierte en víctimas de agentes ilícitos (en los países de origen y de acogida) que facilitan su migración mientras cobran una buena suma en «tasas» que los trabajadores mal pueden permitirse». Este tipo de sistema lleva a los emigrantes a una espiral de endeudamiento, y debe replantearse, argumenta Anand.


En 2021, había 8,84 millones de ciudadanos node la UE en el mercado laboral europeo, lo que representa algo menos del 5% de la población de entre 20 y 64 años, según cifras de la Comisión Europea. Los trabajadores extranjeros de fuera de la UE estaban sobrerrepresentados en ocupaciones con escasez de personal: empleados domésticos, servicios personales, construcción, etc. Ante la escasez de mano de obra, algunos Estados miembros han llegado a la misma conclusión: necesitamos encontrar gente para cubrir puestos de trabajo. Europa necesita migración.

Este es un imperativo que el continente parece estar luchando por conciliar con su propia visión de la gestión de la migración, alineada con una filosofía de «fortaleza europea», donde no puede entrar cualquiera. Mientras el nuevo pacto sobre migración y asilo entra en su recta final, The Economist publica un artículo titulado «Europa está atrapada en una relación de necesidad-odio con los migrantes». El semanario británico advierte que «Europa no debe olvidar que mañana puede estar invitando amablemente a entrar a casi la misma gente a la que hoy deja ahogarse».

Esta observación es compartida por Alberto-Horst Neidhardt, director del programa de migración y diversidad del European Policy Center (EPC): «Europa tiene que pensar en sus necesidades: su población envejece, hay vacantes y gente que busca esos empleos», declaró al medio belga Alter Echos en una entrevista. «Están dispuestos a sacrificar sus vidas por ello. Pero nosotros queremos enviarlos a casa», lamenta Neidhardt. En su opinión, la migración no es sólo una oportunidad económica para los Estados miembros; la apertura del mercado europeo sería también una forma de reducir las desigualdades globales.

La migración es una oportunidad económica para los Estados miembros.

«La escasez de mano de obra en Europa justifica que la región forje un nuevo contrato con sus trabajadores inmigrantes» escribe Ankita Anand en un análisis publicado en Social Europe. «Sin embargo, no sólo la economía, sino también los principios humanos -de libertad, igualdad y dignidad- deberían impulsar el cambio»

La periodista critica el modelo de asignación de visados utilizado por los países empleadores, que describe como un «sistema abstruso que invita ostensiblemente a los trabajadores y los convierte en víctimas de agentes ilícitos (en los países de origen y de acogida) que facilitan su migración mientras cobran una buena suma en «tasas» que los trabajadores mal pueden permitirse». Este tipo de sistema lleva a los emigrantes a una espiral de endeudamiento, y debe replantearse, argumenta Anand.

Polonia no ha escapado a la crisis de escasez de mano de obra, informa Joanna Clifton-Sprigg< para la polaca OKO.press. El país también se enfrenta a la necesidad de emigrar. «No basta con dejar que la gente entre en el país para que le siga el éxito», escribe Clifton-Sprigg. «Debemos aceptar que son diferentes de la población local y, para aprovechar su enorme potencial, debemos proporcionarles apoyo práctico. También debemos preparar a nuestros propios ciudadanos para su llegada»

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Para el investigador, urge un amplio debate sobre los costes y beneficios de la migración, así como sobre las transformaciones socioculturales que puede provocar. Dicho debate tendrá que abordar necesariamente la cuestión de los derechos humanos.

Aunque justificar la necesidad y la legitimidad de la migración mediante imperativos económicos puede parecer loable, si no se abordan cuestiones como la desigualdad en el empleodevaluación de títulos, o los riesgos de explotación a los que se enfrentan los trabajadores inmigrantes, tal gimnasia intelectual acaba impulsando una visión utilitarista de la migración.

Francia‘s proyecto de ley para controlar la inmigración es un buen ejemplo. Como explica la investigadora Emeline Zougbede en The Conversation, el texto original incluía un artículo -que ya ha sido eliminado- que proponía «una vía legal para regularizar a los indocumentados a través del trabajo». Esto suscitó preocupación entre algunos cargos electos de izquierdas «porque indexaba la concesión de permisos de residencia a las necesidades económicas de Francia». Estos representantes políticos señalaron que «la regularización, por definición, no es sólo un gesto económico: también concede derechos sociales». Esta regularización condicionada a la utilidad de los individuos, que no es exclusiva de Francia, es sintomática de los debates que tienen lugar en el país desde hace años. Los conceptos de «inmigración seleccionada» e «inmigración forzosa» condicionan las políticas migratorias francesas desde hace dos décadas y parecen más vigentes que nunca.

En Francia, como en el resto de Europa, parece que la cuestión del respeto de las libertades fundamentales lucha cada vez más por encontrar un lugar en un debate público cada vez más polarizado. Así, el argumento económico se ha convertido en el último recurso de quienes abogan por la apertura de las fronteras europeas, aunque ello suponga no abordar el fundamento ideológico sobre el que se construyen las políticas migratorias: la visión utilitarista que ha terminado por eclipsar el respeto de los derechos humanos.


Sobre migración y asilo

Europa: un pacto migratorio envuelto en una retórica de solidaridad con concesiones a la extrema derecha

Aurora Báez Boza | El Salto | 18 Octubre | ES

Mientras algunos podrían considerar el nuevo pacto europeo para la migración y el asilo un modelo de «solidaridad y responsabilidad compartida», otros lo ven como una victoria de la derecha y la extrema derecha. En su análisis para el español El Salto, Aurora Báez Boza descifra las concesiones hechas a los conservadores, especialmente en materia de protección de los derechos humanos, y los efectos que estas concesiones podrían tener en la gestión de la migración por parte de los estados miembros.

El invierno amenaza a los (ya olvidados) refugiados de Nagorno-Karabaj

Will Neal | The New Humanitarian | 25 Octubre | ES

A medida que se acerca el invierno, las decenas de miles de refugiados de Nagorno-Karabaj se enfrentan a la escasez de alimentos, medicinas y refugio. Sin embargo, esta grave crisis política, que se produjo hace tan sólo unos meses, ha desaparecido en gran medida de los principales medios de comunicación occidentales.

La situación en Nagorno-Karabaj es alarmante.

La «crisis del asilo» belga

Sarah Schug | The Parliament Magazine | 6 Noviembre | ES

Bélgica vive actualmente su propia crisis migratoria, marcada por repetidas polémicas y numerosas condenas al Gobierno. La periodista Sarah Schug ofrece para The Parliament Magazine un esclarecedor reportaje sobre la situación, y el profundo malestar político que revela.

La función icónica del refugiado

Christian Salmon | AOC Media | 23 Octubre | FR

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Los desorbitados costes de los centros de detención en Italia

Annalisa Camilli | Internazionale | 25 Octubre | IT

Aunque el Gobierno italiano considera «prioritaria» la construcción de centros de internamiento para inmigrantes, hay quien cuestiona la pertinencia de estas estructuras opacas y extremadamente costosas.

El Gobierno italiano considera «prioritaria» la construcción de centros de internamiento para inmigrantes.

Adrian Burtin

Traducido por Ciarán Lawless

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