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La concentración de medios en Europa, una amenaza creciente para la democracia

La concentración de medios se refiere al fenómeno de la propiedad de los medios de comunicación que cae gradualmente en manos de un pequeño número de inversores. En los últimos años, la cuestión se ha convertido en un asunto de crucial importancia: la tendencia actual es que las empresas de medios de comunicación se fusionen para consolidar sus marcas, como destacado en el informe 2022 Media Pluralism Monitor (MPM), elaborado por el Centro para el Pluralismo y la Libertad de los Medios de Comunicación.

La expresión y visibilidad de opiniones diversas son esenciales para el mantenimiento de una verdadera democracia: son los garantes del pluralismo, que implica un equilibrio de voces divergentes. Los propietarios y accionistas de los medios de comunicación ejercen una influencia considerable en la línea editorial de las empresas que poseen: es lo que se conoce como «poder de opinión». De hecho, éste es el principal rendimiento de la inversión que esperan obtener los compradores de empresas de medios de comunicación. Aunque las empresas de medios de comunicación están lejos de figurar entre las inversiones más lucrativas, siguen atrayendo el interés de los especuladores.

Este fenómeno es ya común. Ejemplos de ello son el australiano-estadounidense Rupert Murdoch, responsable de Fox News y The Sun, y el empresario y político Silvio Berlusconi, fallecido el pasado mes de junio y dueño de los mayores canales de televisión privados de Italia.

En Francia, es Vincent Bolloré quien  alimenta gran parte del debate: Bolloré posee el grupo Canal+, que engloba 3 cadenas nacionales (C8, Cnews y CStar), así como Prisma média, que gestiona 35 revistas que van desde la revista de famosos Voici hasta Harvard Business Review y la revista para el público (muy) joven, Mortelle Adèle. El grupo Bolloré también posee la plataforma de vídeo Dailymotion, el gigante editorial Hachette y la emisora de radio generalista Europe 1. Desde hace varios años, Bolloré persigue una estrategia de empuje de las marcas que compra hacia la derecha política, una práctica que ha sido denunciada en numerosas ocasiones.

Esta tendencia también es evidente en otros países europeos: en el Reino Unido, Jonathan Harmsworth, 4º vizconde de Rothermere, controla el 40% de la prensa nacional. En Alemania, el grupo Bretelsmann publica libros, emite canales de televisión y radio y produce películas. Por último, todas las 18 cabeceras de la prensa regional húngara son propiedad de Andy Vajna, Heinrich Pecina o Lőrinc Mészáros .

Alemania.

Las cifras son preocupantes: en 2022, el Media Pluralism Monitor estimó que el riesgo asociado a la concentración de medios en los estados miembros de la Unión Europea era del 82 por ciento de media. Ningún país del continente europeo presenta un riesgo bajo, y sólo 4 de ellos están en riesgo medio.

Este factor de riesgo se calcula en función de variables legales -si el país cuenta con una legislación que impida la concentración de medios, si esta legislación es efectiva y si es aplicada por una autoridad independiente-, así como de variables económicas -si la situación financiera del sector se considera más o menos propicia para la concentración de medios.

Este factor de riesgo se calcula en función de variables legales.

Concentración de medios de comunicación: mapa de riesgos por países

Concentración de los medios de comunicación: mapa de riesgos por país
Imagen: Media Pluralism Monitor

La normativa europea sobre fusiones es la última salvaguarda contra el fracaso de las legislaciones nacionales, como afirma el historiador y especialista en historia de la edición Jean-Yves Mollier explica a nuestros colegas de Alternatives Economiques. Según Mollier, los grupos Bolloré y Lagardère fueron sucesivamente frenados en seco por Bruselas justo cuando estaban a punto de erigirse en amos absolutos del sector editorial.

Pero la concentración de medios no se puede frenar sólo con la legislación sobre competencia: hay en juego cuestiones democráticas mucho más importantes que las meras consideraciones económicas. De hecho, incluso si diferentes propietarios comparten empresas de medios de comunicación europeas, la pluralidad de opinión sigue estando en peligro si los propietarios en cuestión proceden todos del mismo entorno o del mismo campo político.  

Otra palanca en la lucha contra la influencia de los inversores depredadores es la obligación de ser transparentes. Algunos creen que explicar a los lectores los posibles sesgos de una publicación podría ayudarles a tener una visión más objetiva de la información -a veces sesgada- que consumen. Por ejemplo, un artículo sobre el compromiso ecológico de las empresas de combustibles fósiles se interpretará de forma más objetiva si el lector sabe que el propietario del medio que lo publica es también el jefe de varias petroleras.

La normativa europea sobre fusiones es la última salvaguarda contra el fracaso de las legislaciones nacionales, como afirma el historiador y especialista en historia de la edición Jean-Yves Mollier explica a nuestros colegas de Alternatives Economiques. Según Mollier, los grupos Bolloré y Lagardère fueron sucesivamente frenados en seco por Bruselas justo cuando estaban a punto de erigirse en amos absolutos del sector editorial.

Pero la concentración de medios no se puede frenar sólo con la legislación sobre competencia: hay en juego cuestiones democráticas mucho más importantes que las meras consideraciones económicas. De hecho, incluso si diferentes propietarios comparten empresas de medios de comunicación europeas, la pluralidad de opinión sigue estando en peligro si los propietarios en cuestión proceden todos del mismo entorno o del mismo campo político.  

Otra palanca en la lucha contra la influencia de los inversores depredadores es la obligación de ser transparentes. Algunos creen que explicar a los lectores los posibles sesgos de una publicación podría ayudarles a tener una visión más objetiva de la información -a veces sesgada- que consumen. Por ejemplo, un artículo sobre el compromiso ecológico de las empresas de combustibles fósiles se interpretará de forma más objetiva si el lector sabe que el propietario del medio que lo publica es también el jefe de varias petroleras.

En este contexto, medios de comunicación cooperativos van en contra de la tendencia actual. De hecho, los propietarios de este tipo de medios son sus empleados y los lectores asociados. Un inversor individual no puede convertirse en accionista mayoritario, y la política editorial sigue siendo totalmente independiente de la Asamblea General, evitando así cualquier riesgo de conflicto de intereses. Por último, la razón de ser de estos medios de comunicación genuinamente independientes es una mayor transparencia en la toma de decisiones entre empleados, miembros comprometidos y lectores.

En resumen, la concentración de medios en Europa es motivo de preocupación. Las consecuencias devastadoras de este fenómeno sobre la pluralidad de opinión y, en consecuencia, sobre el estado de la democracia, han quedado ampliamente demostradas. Es urgente introducir cambios duraderos en el ecosistema mediático europeo que permitan la expresión de su diversidad. La aparición de modelos accionariales alternativos, como la cooperativa, y un esfuerzo legislativo a escala continental son algunas de las fuerzas motrices de este cambio.

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