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Migrantes, memoria y derechos: La batalla de España contra la narrativa de extrema derecha

En el léxico de la derecha populista española hay una palabra que concentra todos los temores de los nacionalistas identitarios: mena, acrónimo de menor extranjero no acompañado. Esta jerga legal se refiere a los inmigrantes menores de 18 años que llegan a España sin sus familias y de los que el Estado tiene que hacerse responsable.

Los círculos extremistas están impregnados de una retórica sobre los mena, que aparece incluso en carteles en la calle y en los transportes públicos. A los menores en cuestión se les acusa de ser violentos, de intimidar a sus pacíficos vecinos, de agotar las ayudas sociales en detrimento de los autóctonos. En resumen: son una molestia y deben ser expulsados.

Los argumentos son espurios, pero tienen eco en cierto segmento de la población. Según los últimos datos (abril de 2024) del Centro de Investigaciones Sociológicas, un organismo público encargado de sondear las preferencias de la sociedad, el 10% de los españoles votaría hoy en unas elecciones generales a Vox, el partido de extrema derecha surgido hace poco más de una década de una escisión del Partido Popular (PP), el principal partido conservador de España. Vox ya forma parte de los gobiernos de coalición de varias regiones españolas. En un país cuya situación geográfica lo convierte en puerta de entrada a Europa desde África, Vox ha hecho de la demonización de los inmigrantes menores de edad una de sus principales bazas políticas.

Frente a esta retórica de animadversión racial, la sociedad civil española ha respondido con una exitosa campaña que ha conseguido prácticamente ahogar las tesis de Vox. El movimiento Esenciales, apoyado por más de 900 ONG, consiguió el mes pasado que la Cámara Baja del Parlamento español aceptara una iniciativa legislativa para promulgar precisamente lo contrario de lo que defienden los extremistas: regularizaría a más de 500.000 inmigrantes sin papeles. El proyecto de ley fue aprobado en primera lectura con una mayoría aplastante: 310 votos a favor y 33 en contra. Y todo el episodio ha suscitado muy poca polémica mediática. ¿Cómo ha sido posible?

Según Gonzalo Fanjul, director de investigación de la Fundación porCausa y uno de los que intervino en defensa de la regularización en el Congreso, la estrategia ha sido «generar un relato que sustituya al de la extrema derecha» sin responder a sus postulados. «No tenemos ningún interés en discutir con quienes creen que la Tierra es plana», dice Fanjul.

‘Una parte de la sociedad ha entendido que no es razonable que los partidos políticos nos hagan caer en la histeria colectiva con fines electorales’ – Gonzalo Fanjul, Fundación porCausa

La iniciativa, surgida de las propias comunidades de inmigrantes, ha recabado más de 600.000 firmas de españoles de a pie. Apela no sólo a la solidaridad, sino también a motivaciones económicas, como la promesa de la contribución fiscal de los inmigrantes. Incluso la Iglesia católica y las organizaciones empresariales acabaron apoyando el proyecto, que aún tiene que superar obstáculos legislativos, pero que es muy posible que se convierta en ley.

«Una parte de la sociedad ha entendido que no es razonable que los partidos políticos nos hagan entrar en una histeria colectiva con fines electorales», argumenta Fanjul. Cree que Vox y la extrema derecha «no han entendido nada porque tienen una idea esencialista e hiperidentitaria de España que refleja un país de hace un siglo que ya no existe».

Defender la memoria histórica

La historia de la Guerra Civil española, cuyo 90 aniversario se cumplirá en 2026, sigue desarrollándose hoy en día. Casi cinco décadas después del final de la dictadura franquista, la memoria del bando derrotado permanece en muchos casos literalmente enterrada. Los últimos gobiernos de centro-izquierda encabezados por el Partido Socialista (PSOE) se han mostrado dispuestos a financiar la exhumación de las miles de fosas comunes que en toda España albergan los restos de republicanos muertos en combate y por represalias. Pero la extrema derecha, e incluso los principales conservadores, están torpedeando estos esfuerzos.

«En España no hubo desnazificación como en Alemania porque aquí ganaron», afirma Enrique Gómez, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica en Aragón. Esta región del noreste de España goza de un amplio autogobierno, de acuerdo con la Constitución descentralizada del país.

Tras las elecciones autonómicas del año pasado, una coalición de PP y Vox llegó al poder en Aragón por primera vez. Entre las primeras medidas adoptadas por el nuevo gobierno figura la derogación de la Ley de Memoria Histórica de Aragón. El efecto fue dificultar la exhumación de fosas comunes o incluso las charlas informativas a los niños en los colegios. «Legislan contra la ley», dice Gómez. Cuenta que a su organización incluso le negaron sillas en un acto rutinario para homenajear a los caídos del bando antifascista en la Guerra Civil.

La respuesta de la sociedad civil española ha sido redoblar los esfuerzos en educación y establecer vínculos con asociaciones de otras regiones. «Curiosamente, estamos más activos que nunca», afirma Enrique Gómez. Abundan las exposiciones conmemorativas, mientras que los directores de los colegios desafían la prohibición e introducen el tema en el currículo escolar. Está satisfecho con esta respuesta: «Hay gente que entiende que sólo queremos enterrar a nuestros muertos, y se está posicionando».

Derechos LGTBI en peligro

Incluso en Madrid, uno de los lugares más acogedores de España para la comunidad LGBTI, el discurso de extrema derecha está en marcha. El gobierno regional del PP ha aprobado dos leyes dirigidas a la comunidad transexual. En las elecciones del año pasado, el PP obtuvo una mayoría absoluta que le permite gobernar en solitario.

Una de las leyes elimina el concepto de «identidad de género» de la ley y, por tanto, según Amnistía Internacional, reabre la puerta a la aplicación de terapias de conversión repudiadas por numerosos organismos internacionales. El gobierno español ha criticado la ley y estudia recurrirla por vulnerar la Constitución.

Pero la primera respuesta ha sido en las calles, donde los activistas se han manifestado en el centro de la capital. Y su movimiento será, con toda probabilidad, parte conspicua de los desfiles del orgullo gay en julio.

Traducido por Harry Bowden

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