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¿Está resurgiendo el sindicalismo en Europa?

Fue un primer paso en la dirección correcta. El 11 de marzo de 2024, los ministros de Trabajo de los 27 Estados miembros de la UE aprobaron un acuerdo sobre un proyecto de directiva para regular el mercado laboral de las plataformas de internet. Se trata de la primera ley europea que fija unas condiciones laborales mínimas para los 28 millones de trabajadores de plataformas como Uber y Deliveroo.

«Obviamente es un éxito, al menos simbólico», afirma el politólogo Kurt Vandaele, que ha documentado la lucha de los mensajeros de reparto en Bélgica. «La Confederación Europea de Sindicatos(CES) lleva años presionando a los eurodiputados y a la Comisión para que regulen la ‘economía de plataforma’.»

Dos países no apoyaron el acuerdo: Alemania, que se abstuvo, y Francia, que votó en contra. «A partir de ahora, mucho dependerá de cómo se transponga y aplique la directiva en los Estados miembros», afirma Vandaele. «Por no hablar del poder de presión de las plataformas. Todavía queda un largo y difícil camino por recorrer».

Pero una victoria sigue siendo una victoria. En los últimos años ha habido pocas victorias de este tipo en el frente social.

¿Están los sindicatos en declive?

Desde la década de 1980, en la mayoría de los países occidentales se ha producido un debilitamiento del movimiento sindical. Esto ha reflejado cambios en el mercado laboral: una explosión de la externalización de servicios, especialmente en los sectores de la limpieza y la ayuda a domicilio; una precarización de la mano de obra con el aumento del trabajo por encargo y el autoempleo; una fragmentación general de las relaciones laborales; y reformas estructurales que cuestionan el funcionamiento de los sindicatos.

Si nos atenemos a las tasas de sindicación de Europa, , la tendencia general a la baja de la afiliación sindical no ha cambiado en los últimos años, a pesar de un repunte tras la pandemia y el salto de la inflación. «Mirar la tasa de sindicación no basta», opina la socióloga Cristina Nizzoli, autora de «¡C’est du propre! Syndicalisme et travailleurs du ‘bas de l’échelle'» (Marsella y Bolonia) (PUF, 2015). «Lo importante es comprender lo que motiva la afiliación y da sentido al sindicato. Cuando vemos, por ejemplo, la movilización por las pensiones en Francia 2023, me parece un error hablar de declive del sindicalismo.»

Kurt Vandaele hace una observación similar. Señala la masiva movilización en la función pública holandesa a principios de 2023 y la lucha sin precedentes librada por mil empleados alemanes de Tesla, que se unieron al poderoso sindicato IG Metall para obtener mejores condiciones laborales.

Sin embargo, la mutación del mercado laboral está obligando sin duda a los sindicatos tradicionales a replantearse sus prácticas y objetivos.

Sindicatos de trabajadores.


«El primer paso es penetrar en los ‘desiertos sindicales'» – Jacques Freyssinet

Cristina Nizzoli ha estudiado sectores en los que la mano de obra es cada vez más inmigrante, femenina y de piel morena – por ejemplo, los trabajadores de la limpieza en Francia y Italia. «Es impresionante ver a estos trabajadores inseguros con recursos tan modestos -y no sólo económicos- librar batallas que duran meses. […] Estas personas no tienen la misma situación que los trabajadores de las plataformas, pero es interesante observar cómo sus movilizaciones están desafiando al sindicalismo tradicional, sobre todo en la cuestión de su estructura y la forma en que representa a los trabajadores».

La adaptación no es fácil. «Esto ocurre sobre todo en países como Francia e Italia, donde los sindicatos están organizados por confederaciones y adaptados a la mano de obra asalariada tradicional», explica el sociólogo. La fragmentación de esa mano de obra significa que los trabajadores domésticos, los auxiliares del hogar y el personal de limpieza pueden estar cubiertos por varios contratos colectivos diferentes. Por tanto, examinar su situación por federaciones no es suficiente para tener una visión global de sus condiciones laborales.

El investigador destaca el papel de base que desempeñan los sindicatos a nivel local y regional. Esto «permite crear un vínculo a largo plazo con los trabajadores». Acudir a los sindicatos locales también ayuda a eludir la presión de los empresarios en el lugar de trabajo. Sin embargo, como señala Nizzoli, estos sindicatos implantados a nivel local parecen seguir dependiendo en gran medida de los activistas que los dirigen desde hace mucho tiempo, y hasta ahora no se ha producido un replanteamiento real en este ámbito.

Kurt Vandaele añade: «El auge de la subcontratación requiere un ‘sindicalismo en red’, con una mejor cooperación entre los organismos sindicales existentes y también un cambio de ciertas estructuras. El objetivo es generar confianza, y para ello a menudo se requieren conocimientos lingüísticos distintos de la lengua del país en cuestión.»

En Bélgica y los Países Bajos, el poder de organización de las plataformas de reparto de comida se tradujo en comunidades digitales en línea y, de ahí, en grupos activistas en 2017. «La poderosa narrativa en torno a los mensajeros desempeñó un papel fundamental», recuerda Kurt Vandaele. «Como la economía de las plataformas es todavía relativamente nueva, los sindicatos tradicionales no están siendo proactivos, pero sí están escuchando las quejas y propuestas de los mensajeros», añade.

El sector de la mensajería se ha convertido en uno de los más dinámicos del mundo.

Penetrando en los «desiertos sindicales«

Los países anglosajones tienen una larga tradición de «organización», que consiste en utilizar redes comunitarias para dirigirse a categorías específicas de trabajadores, como inmigrantes, mujeres o jóvenes con contratos precarios. Cristina Nizzoli lo explica: «Esto está ocurriendo fuera de los confines de la empresa y de los sindicatos tradicionales, con el uso de figuras activistas que trabajan a través de comunidades, ya sea una iglesia, un grupo étnico o una comunidad de inmigrantes».

El objetivo es ir más allá de la simple captación de afiliados de grupos con bajos niveles de afiliación sindical, y buscar la potenciación de estos grupos. El economista Jacques Freyssinet profundiza: «Por supuesto, el primer paso es penetrar en los ‘desiertos sindicales’. Pero el objetivo final es promover estructuras sindicales autosuficientes que den a los trabajadores la capacidad de determinar sus reivindicaciones y modos de acción de forma autónoma.»

Sindicatos de trabajadores.

Esta práctica inspiró a los sindicatos alemanes para contrarrestar la creciente demanda de personal interino por parte de las empresas, sobre todo en la industria metalúrgica. Como relata Jacques Freyssinet en «Tensions et ambiguïtés dans la stratégie d’organising«, el principal sindicato metalúrgico alemán, IG Metall, se vio obligado a reconsiderar su estrategia institucional, centrada en el enfoque de la negociación intersindical, y a revisar su repertorio de tácticas.

Por iniciativa de la central del IG Metall en Fráncfort, se ha creado un fondo de innovación destinado a la sindicalización (dotado con 16-20 millones de euros anuales). La nueva dirección del sindicato también está fomentando la contratación de personal fijo joven con experiencia de activismo en movimientos sociales. Los recursos liberados a nivel central se están canalizando hacia campañas de organización en sectores con baja densidad sindical. De 2010 a 2016, la afiliación de IG Metall creció de 1,8 millones a 2,2 millones.

Fomentar el espíritu colectivo

Los trabajadores inseguros que no forman parte de la mano de obra «tradicional» también están recibiendo el apoyo de actores no sindicados. El caso del colectivo Las Kellys, formado en 2014 en España, ha sido emblemático en este sentido. Esta asociación reunió a personal de limpieza de hoteles -algunos de ellos inmigrantes con escasa formación reglada- decididos a luchar colectivamente pese a la falta de apoyo de las principales confederaciones sindicales.

Su reivindicación se centraba en el deterioro de sus condiciones laborales y la inseguridad económica provocada por el sistema de subcontratación vigente en el sector hotelero. «Las redes de activistas son muy útiles para garantizar que las campañas lleguen hasta el final, y para obtener dinero, organizar fondos de huelga, etc. Pero dudaría en decir que se trata de un fenómeno nuevo», afirma Cristina Nizzoli. «A partir de los años 90, hemos visto muchos casos de trabajadores indocumentados que se movilizaban con el apoyo de grupos activistas.»

Organizarse y crear vínculos con sindicatos implantados localmente es aún más importante en un contexto en el que el mercado laboral se está balcanizando. «Las asistentas a domicilio nunca se reúnen y, por tanto, no hay un tiempo compartido para reunirse y hablar de trabajo», dice Nizzoli. «Por eso el sindicato, tal y como lo veo en mi trabajo de campo, se está convirtiendo en un foro clave para la socialización del trabajo en estos sectores precarios.»

La cuestión de la representación

En los últimos años se ha producido una inequívoca tendencia a la feminización dentro de los sindicatos, en los que las mujeres ocupan cada vez más puestos de responsabilidad. El cambio es simbólicamente importante, pero también contribuye a llamar la atención sobre el hecho de que las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores con escasa seguridad laboral. Según un informe de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo, presentado en junio de 2022, «el riesgo de pobreza o exclusión social en la Unión Europea en 2020 era mayor para las mujeres que para los hombres (22,9% frente a 20,9%)», y la brecha entre mujeres y hombres en términos de pobreza había aumentado desde 2017 en 21 estados miembros.

A pesar de una serie de medidas a nivel de la UE en los últimos diez años para hacer frente a la inseguridad laboral, en particular para las mujeres, son ellas las que siguen siendo las más afectadas. «Esta sobrerrepresentación se debe, entre otras cosas, a la desproporcionada cantidad de tiempo que las mujeres dedican al cuidado de los niños y al trabajo doméstico, ambos no remunerados y en gran medida no reconocidos», comentó el Departamento de Derechos de los Ciudadanos y Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo en 2020.

Otro factor son «las opciones profesionales construidas en parte socialmente y la segregación de género», que se traducen en una elevada prevalencia del trabajo precario para las mujeres en los sectores de cuidados, educación, limpieza, turismo y servicios personales. Todos estos sectores se caracterizan por el trabajo a tiempo parcial, que a menudo se asocia a la exclusión de las prestaciones sociales y a desventajas en términos de promoción.

«Hay que tener en cuenta todo lo que implica ser una mujer de clase trabajadora de una minoría racial en términos de estigmatización y la forma en que se construyen las relaciones sociales», argumenta Cristina Nizzoli. «Sin embargo, en los sindicatos sigue sin reflexionarse sobre esta forma interseccional de discriminación, lo que explica por qué estas personas, que pueden manifestarse durante los conflictos, tienden a desaparecer con el tiempo. Nos enfrentamos a mujeres para las que es mucho más costoso, en todos los sentidos, implicarse, y el sindicato no siempre les ofrece el espacio para avanzar.»

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El sindicato no siempre les ofrece el espacio para avanzar.

Traducido por Harry Bowden

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