El «Pacto Verde», cinco años después: Introduciendo una brújula para la neutralidad del carbono en Europa
Cinco años después de su lanzamiento en 2019, el European Green Deal se encuentra atrapado en una sorprendente paradoja. El acuerdo es objeto de polémicas en toda Europa y, sin embargo, ¡casi nadie puede decir cuánto de él se ha aplicado!
Esto se debe en parte a la falta de claridad sobre el tipo de avances realizados: un documento de la Comisión Europea describe los progresos realizados hasta la fecha, pero mezcla avances institucionales y prácticos. Partidarios y detractores no encuentran respuesta a preguntas esenciales: ¿se están alcanzando realmente los objetivos del pacto, más allá de su transcripción formal en propuestas legislativas? ¿Va por buen camino? ¿Cuáles pueden ser sus lagunas, debilidades y desequilibrios?
Para arrojar luz sobre la situación, ofrecemos a los responsables de la toma de decisiones y al público en general una herramienta estadística fácil de usar, de acceso gratuito y lo más completa posible: la Brújula del Pacto Verde. Consta de 14 indicadores subdivididos en cuatro grandes áreas o «pilares» del Pacto Verde: clima y energía, recursos y contaminación, agricultura y alimentación, biodiversidad y ecosistemas. Todos estos indicadores ocupan un lugar destacado en la legislación europea.
Por ello, son objeto de una evaluación fiable y actualizada por parte de la oficina estadística europea Eurostat, lo que permite comparar su estado actual con el objetivo acordado. Está previsto que los indicadores se actualicen en los próximos meses y años, pero ya constituyen un conjunto de datos lo suficientemente sólido como para permitir una primera evaluación de la trayectoria del Pacto Verde Europeo.
Los indicadores son, por tanto, objeto de una evaluación fiable y actualizada por parte de la oficina estadística europea Eurostat, lo que nos permite comparar su estado actual con el objetivo acordado.
Una parte esencial de nuestro enfoque consiste en cuantificar a nivel de la Unión Europea en su conjunto, tomando los indicadores como medias de los 27 Estados miembros. Con este enfoque decididamente europeo, pretendemos resistir la tentación de convertir el Pacto Verde en un concurso de belleza entre «buenos estudiantes» y «zoquetes».
Las características específicas de cada país a menudo hacen que estas comparaciones no tengan sentido. Y lo que es más fundamental, la lógica de la rivalidad y la competencia hace suficiente daño en materia fiscal, presupuestaria y social como para justificar que se evite en el ámbito de la transición ecológica. El Pacto Verde es una estrategia común para las próximas décadas. Es en el ámbito de la Unión Europea donde mejor se mide su éxito (o fracaso).
El «Green Deal Radar» es el indicador agregado que hemos ideado para proporcionar una evaluación de un vistazo del estado del Green Deal. Muestra el progreso de los cuatro pilares de la estrategia europea.
De este gráfico se desprenden dos datos reveladores: el primero es que el Pacto Verde va por buen camino en cuanto a los indicadores existentes. El progreso hacia los objetivos de 2030 oscila entre dos tercios (para el pilar «Energía y clima») y una cuarta parte (para «Agricultura y alimentación»). Pero la segunda realidad es que el Pacto Verde está muy sesgado a favor de su pilar energía-clima. Los otros tres pilares muestran un progreso hacia sus objetivos de sólo un cuarto a un tercio. («Agricultura y alimentación» muestra el menor progreso, lo que arroja una luz útil sobre el acalorado debate de las regulaciones medioambientales que ha estado agitando los círculos agrícolas en los últimos meses.)
A continuación, podemos profundizar en las dinámicas específicas de cada uno de estos pilares para comprender mejor los cambios en curso (a la luz de los indicadores existentes, que, conviene recordar, son aún parciales)
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El pilar energía-clima es el que cuenta con más indicadores objetivamente cuantificables consagrados en la legislación europea (seis en total). No es de extrañar, ya que está en el centro de la estrategia fijada en diciembre de 2019, definida por la ambición de «ser el primer continente neutro desde el punto de vista climático». Desgraciadamente, este objetivo en particular se topa con una realidad revelada por los datos.
Si bien la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es innegablemente grande para el conjunto de la UE, con más de la mitad de la distancia recorrida hacia el objetivo de 2030, la tendencia post-Covid-19 es menos impresionante. Las emisiones repuntaron bruscamente en 2021 (y no se compensaron con la caída de 2022). Su reducción sigue siendo demasiado lenta, según la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Sobre todo, la estrategia de neutralidad de carbono de la UE asume que las emisiones brutas restantes (que no se reducirán a cero) serán absorbidas por sumideros de carbono. Sin embargo, el indicador de absorción de emisiones por los sumideros de carbono ha caído en picado en la última década como consecuencia de la propia crisis climática (que, entre otros perjuicios, provoca gigantescos incendios forestales y degrada los ecosistemas). Por tanto, nuestra Brújula del Pacto Verde pone de manifiesto un grave fallo en la estrategia europea, que no es suficientemente conocido. El pacto se centra en sus objetivos energéticos y climáticos y no presta suficiente atención a la vitalidad de los ecosistemas, lo que en última instancia determinará su éxito.
El análisis del pilar «Recursos y contaminación» revela otro desequilibrio: aunque las emisiones disminuyen, el consumo de recursos naturales dejó de hacerlo hace diez años. Por tanto, la economía europea dista mucho de ser sostenible. Del mismo modo, los indicadores de «Biodiversidad y ecosistemas» muestran avances reales y alentadores hacia los objetivos de 2030 en materia de conservación de las zonas terrestres y marinas, pero también un declive de las especies de aves (reflejo de una erosión más amplia de la biodiversidad de la UE, en particular de las poblaciones de insectos y anfibios) que no ha cesado desde principios de los años noventa y que incluso se ha acelerado en las dos últimas décadas. Evidentemente, existen otros desequilibrios que no pueden medirse con nuestra herramienta, empezando por la falta de ambición social del Pacto Verde tal y como está planteado en la actualidad.
El Green Deal Compass es, por tanto, una herramienta de evaluación imperfecta. Debe mejorarse y ampliarse a medida que los indicadores del Pacto Verde sean más precisos y numerosos. No obstante, la herramienta arroja luz objetiva sobre una serie de controversias en curso y nos da una respuesta clara a la pregunta planteada al principio de este artículo, «¿Está logrando sus objetivos el Green Deal europeo?»
La Brújula nos permite afirmar que sí, aunque de forma desequilibrada, lo que aún puede poner en peligro su todavía frágil éxito.
La Brújula nos permite afirmar que sí, aunque de forma desequilibrada, lo que aún puede poner en peligro su todavía frágil éxito.
Traducido por Harry Bowden