“Trump 2.0 representa un desafío mucho mayor para Europa que su primera encarnación”
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“La primera víctima del segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos probablemente será Ucrania. Los únicos que podemos evitar este desastre somos los europeos, pero nuestro continente está en pleno desasosiego”, observa con amargura, Timothy Garton Ash. Desde las columnas del Guardian, el historiador británico opina que “a menos que Europa pueda hacer frente de algún modo al desafío, no solo Ucrania, sino que todo el continente se debilitará, se dividirá y enfadará a medida que nos adentramos en un nuevo y peligroso periodo de la historia europea”.
“En la propia Ucrania, la gente ha intentado encontrar un resquicio de esperanza en esa nube naranja que se acerca rápidamente a Washington”, observa este ferviente defensor de la lucha de los ucranianos por su supervivencia como nación independiente, al mismo tiempo que reconoce que “hay entre un 5 y un 10 % de posibilidades de que el 47º presidente estadounidense, ‘el hombre sorpresa’, amenace con aumentar su apoyo a Ucrania para obligar a Vladímir Putin a llegar a un acuerdo de paz, como han pedido algunos de sus eminentes partidarios proucranianos”.
Sin embargo “en los escenarios de ‘paz por la fuerza’ previstos por los pocos halcones ucranianos de Trump, Europa debería hacer mucho más. […] Intelectualmente, muchos europeos reconocen que, atrapada entre una Rusia que avanza agresivamente y unos Estados Unidos que se retiran agresivamente, Europa necesita hacer más por su propia defensa”. El problema, una vez más, es la falta de unión política y económica de Europa, “profundamente dividida en su respuesta a Trump”.
En la revista británica Prospect, la politóloga italiana Nathalie Tocci identifica los contados aspectos que podrían transformar el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en una “bendición oculta” para los europeos. En primer lugar, en el ámbito comercial, en el que Europa está mejor equipada para resistir ante posibles medidas proteccionistas, aunque, según ella, “la EU actualmente depende más de Estados Unidos en materia de defensa y energía, dos esferas que pueden utilizarse en nuestra contra”.
En segundo lugar, en el aspecto militar, ya que, “desde hace meses se habla de un aumento significativo del gasto europeo en defensa, posiblemente a través de un fondo de defensa de varios miles de millones de euros financiado mediante la emisión de deuda común. Una constelación de países europeos ya está dispuesta a avanzar en esta dirección, desde los miembros del norte y el este, que se sienten especialmente amenazados por Rusia, hasta los del oeste y el sur” del continente. Sin embargo, la presidenta del Instituto Italiano de Asuntos Exteriores, advierte que, “ahí se acaba el rayo de esperanza. Trump 2.0 representa un desafío mucho mayor para Europa que su primera encarnación”. Tocci prosigue que, si efectivamente Donald Trump “está decidido a librar una guerra económica, abandonar Ucrania, desentenderse de la seguridad del continente y jugar al 'divide y vencerás' en Europa, hoy está mucho más equipado para hacerlo que durante su primer mandato”.
“La contundente victoria de Trump podría, tendría que, ser una oportunidad para que Europa, la UE, reaccionara buscando más dinamismo económico, más autonomía estratégica civil y militar”, estima Andrés Ortega en elDiario.es. El editorialista opina, sin embargo, que no logrará hacerlo debido a las divisiones internas. En lo relativo a las instituciones europas, estas “preparan la reacción a posibles medidas proteccionistas de Trump”.
Y añade: “Este no es tanto un unilateralista, como un transaccional, es decir que buscará acuerdos de los que EE. UU. saque beneficios. Eso incluye la compra de armamento estadounidense [...]. Europa se plantea impulsar una política industrial militar propia, pero aún está lejos de ello, y Trump hará lo posible para evitarlo. No es una novedad. También, [...] combatirá el poder regulador de Bruselas. Cabe esperar un desarrollo de nuevas tecnologías, incluida la Inteligencia Artificial, mucho más libertaria [...], con menor control humano, y respondiendo a mayores intereses empresariales, y sí, frente a Europa, con mayor innovación.
“Es muy posible que las causas que ahora están llevando a Trump al poder por segunda vez se manifiesten de forma más devastadora a largo plazo”, escribe por su parte Jakub Patočka en Deník Referendum.
En opinión del redactor jefe del diario digital checo, la victoria de Trump “expone la profundidad de la crisis de civilización” a la que se enfrenta Occidente. “La política liberal occidental, desde los Verdes alemanes a los Macronistas franceses, los Demócratas estadounidenses o desde los Socialistas españoles a los Conservadores británicos, se construye sobre la doctrina de que la configuración actual del sistema democrático todavía es capaz de autogestionarse, dentro del funcionamiento normal de las instituciones públicas cuyas prioridades estratégicas están determinadas por el capitalismo globalizado. Sin embargo, una noción así”, prosigue, “queda cada vez más claramente expuesta como una tonta ilusión, ya que el balance de las tendencias fundamentales en el desarrollo de la civilización industrial demuestra que se dirige rápidamente hacia un final catastrófico”. “Putin, Netanyahu, Orbán, Fico, Babiš, Milei, Modi, bin Salman, Xi Jinping: todos se regocijan porque saben que la naturaleza del Gobierno en Estados Unidos será ahora más parecida a los regímenes que este club patriarcal de matones viejos y maleantes políticos envejecidos están intentando construir en sus propios países. Trump es uno de ellos”, concluye Patočka.
La victoria de Donald Trump “aísla a los europeos”, señala Alain Frachon en Le Monde. Para el cronista del diario francés “les sitúa ante una responsabilidad histórica: confiar en sus propias fuerzas para asegurar su defensa frente al expansionismo ruso. Una convulsión estratégica está en marcha. Quizás era inevitable, pero se ha acelerado con el voto estadounidense. La profecía del general de Gaulle se hace realidad: un día, Estados Unidos abandonará el Viejo Continente”, añade Frachon, para quien “este Viejo Continente debe volverse adulto, a menos que ceda en lo que aprecia: la inviolabilidad de las fronteras, el no recurrir a la fuerza, el apoyo de las democracias liberales emergentes. Si Estados Unidos se va, debe nacer una Europa estratégica. Si la Unión Europea no atiende a esta llamada, se enfrentará a un mundo dominado por bloques de poder que solo tienen una regla en las relaciones entre Estados: el equilibrio de poder”. El futuro antiguo-nuevo presidente estadounidense “subestima, o bien no comprende, los verdaderos objetivos de guerra de Putin: […] en Kiev un Gobierno bajo su yugo y, por todos los medios, proseguir una política de desestabilización de Ucrania, pero también de Georgia y de Moldavia […]. Tanto en Tiflis como en Chisináu, la gente se pregunta con razón: ¿podemos contar con la UE frente a la Rusia de Putin?”.
“It places them before a historic responsibility: to be able to defend themselves, alone, from Russian expansionism. A strategic upheaval is underway. Perhaps it was inevitable, but it has been accelerated by the American election. General de Gaulle’s prophecy is coming true: one day, the United States will leave the Old Continent. [Europe] must come of age, unless it is to give in on what it holds dear – inviolability of borders, non-use of force, support for fledgling liberal democracies. An America is leaving, a strategic Europe must be born. If the European Union fails to heed this call, it will face a world dominated by power blocs that follow only one rule in relations between states: the balance of power.”
En cuanto al diario alemán Die Zeit, el artículo en portada de Nele Pollatschek poco después de que la victoria de Donald Trump fuera casi segura, habla por sí solo:
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Esta revista de prensa no estaría completa sin mencionar la situación en Georgia, donde la oposición impugna ante los tribunales los resultados oficiales de las elecciones parlamentarias del 26 de octubre y denuncia múltiples fraudes en los comicios que dieron el triunfo al partido Sueño Georgiano (populistas conservadores), en el poder desde 2012. En cuanto a la oposición, se manifiesta todos los días en Tiflis.
Desde la capital georgiana, el investigador Hans Gutbrod ha elaborado un informe detallado sobre cómo, tal y como escribe, estas elecciones han sido “un asalto meticulosamente organizado contra la democracia georgiana” cuyo resumen se publica en Civil.ge. En opinión del profesor de la Universidad Pública Ilia, “para lograr el resultado anunciado por la Comisión Electoral Central, la estrategia de Sueño Georgiano se basó en un enfoque múltiple, explotando una serie de tácticas para manipular el resultado”. De este modo, señala Gutbrod, “unos niveles sin precedente de compra de votos […] se han asociado a una intimidación generalizada de los votantes, los representantes de los partidos de la oposición y los observadores”, sobre todo en las provincias. A esto se añade la violación del secreto de las urnas mediante el uso de papeletas semitransparentes que no garantizaban la confidencialidad, además de la práctica generalizada del voto múltiple. En resumen, señala que “hay suficientes pruebas para concluir que los resultados oficiales de las elecciones legislativas no reflejan la voluntad del pueblo georgiano”.